NUESTRA HISTORIA

Desde 1951, la Hostaria da Bruno es el corazón vivo de una tradición que atraviesa tres generaciones. Un lugar donde la cocina se entrelaza con los recuerdos y cada plato cuenta una historia de familia, pasión y raíces profundas.

Todo comenzó con Dante Santarelli, un hombre de pocas palabras y grandes sueños, que en la posguerra abrió una osteria sencilla pero sincera, donde los sabores de la Roma más auténtica podían encontrarse entre una copa de vino y una risa compartida. Sus manos, acostumbradas al trabajo duro, amasaban cada mañana ese lazo invisible que une a quien cocina con quien se sienta a la mesa. Allí, entre aromas familiares y manteles a cuadros, nació algo que era mucho más que un restaurante: nació un hogar.

En los años 70, su hijo Bruno tomó el relevo y, con espíritu incansable, transformó la hostaria en un punto de referencia para quienes buscaban no solo buena comida, sino también calor humano. Bruno conocía por su nombre a cada cliente habitual, y sabía que una verdadera osteria no se mide solo por los platos, sino por los abrazos, las bromas y los silencios compartidos frente a un plato humeante de amatriciana.

Hoy en día, las hijas de Bruno, las hermanas Santarelli, continúan con este legado. Crecieron entre las mesas de la hostaria, el aroma del guiso en el fuego y las voces del barrio. Con la misma pasión de sus abuelos y una mirada hacia el futuro, siguen escribiendo cada día nuevas páginas de una historia netamente romana, hecha de sabores auténticos, respeto por el tiempo y cuidado por cada huésped que cruza la puerta.

En la Hostaria da Bruno no se viene solo a comer: se entra para sentirse en casa. Porque aquí la tradición no es nostalgia, sino un gesto cotidiano de amor.